En Chile, la historia económica y política ha tenido siempre el mismo eje: cuando los grandes empresarios llegan al poder, gobiernan para los suyos.
Desde los tiempos del salitre y las minas, los dueños de la riqueza han usado el Estado para asegurar sus ganancias, no para mejorar la vida de quienes trabajan. Durante el siglo XX, los gobiernos empresariales frenaron leyes laborales, reprimieron huelgas y bloquearon toda redistribución de la riqueza. Y cuando los trabajadores lograron organizarse, la respuesta fue despido o persecución.
¿Para qué querría un empresario gobernar a favor de los trabajadores?
¿En qué momento alguien que nació en la elite, que ha construido su fortuna sobre el esfuerzo ajeno, tendría verdadero interés en fortalecer sindicatos, subir sueldos o reducir jornadas?
La historia de Chile demuestra lo contrario: cada vez que el poder económico se sienta en La Moneda, las y los trabajadores pierden. Las “modernizaciones” se traducen en menos derechos, más subcontrato, más deuda y más desigualdad.
Las grandes conquistas sociales —la jornada de ocho horas, el fuero maternal, el derecho a sindicalizarse, la seguridad social— no nacieron de la generosidad del empresariado, sino de la lucha obrera, campesina y popular. Fueron los trabajadores organizados quienes empujaron a los gobiernos a reconocer lo que les correspondía por justicia.
Hoy, al mirar las propuestas presidenciales, esa historia se repite con otros nombres y discursos.
Por eso, antes de votar, conviene hacerse una pregunta sencilla pero profunda:
¿De qué clase soy? ¿De la que vive de su trabajo, o de la que vive del trabajo de los demás?
| Tema | Jeannette Jara | Evelyn Matthei | José Antonio Kast |
|---|---|---|---|
| Trabajo y derechos laborales | Propone el fortalecimiento y libertad sindical con la negociación multinivel, fortalecer la negociación colectiva, terminar con la precariedad del subcontrato y reforzar la fiscalización estatal. Plantea que “el trabajo debe ser fuente de dignidad, no de abuso”. Su eje es la protección del trabajador por sobre el interés empresarial. Fuente: Programa “Un Chile que Cumple” (2025) | Habla de “modernizar el empleo” y “aumentar la productividad”, proponiendo mayor flexibilidad laboral y “revisar” la legislación vigente. Su foco está en competitividad y capacitación, pero no garantiza mecanismos de protección ante abusos ni refuerza la negociación colectiva. En la práctica, su propuesta abre espacio para una relación laboral más individualizada. Fuente: Bases Programáticas 2026, p. 34-36 | Defiende la flexibilidad total y los contratos por hora, junto con una reducción del rol fiscalizador del Estado. Sostiene que la “rigidez laboral” impide el crecimiento. En los hechos, debilita derechos colectivos y favorece al empleador. Fuente: T13.cl, 30/04/2025 |
| Mujeres y trabajo | Propone políticas de corresponsabilidad en los cuidados, igualdad salarial y reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados como aporte económico. Busca igualdad real, afirmando: “La igualdad no se declama, se garantiza con derechos y tiempo.” Fuente: Programa “Un Chile que Cumple” (2025) | Enfatiza la conciliación entre trabajo y familia, ofreciendo bonos y jardines infantiles, pero no aborda la desigualdad estructural ni la brecha salarial. El enfoque mantiene la idea de que la mujer sigue siendo principalmente cuidadora. En consecuencia, refuerza el rol tradicional femenino, sin empoderar laboralmente a las trabajadoras. Fuente: Bases Programáticas 2026, p. 40-42 | Habla de “aumentar la participación femenina”, pero sin políticas de equidad. Mantiene un enfoque tradicional y conservador, sin reconocer la desigualdad estructural. Fuente: CentroCompetencia.com, 2025 |
| Pensiones y previsión | Propone un sistema mixto y solidario, con aporte estatal y empresarial, eliminando el monopolio de las AFP. Su meta: “terminar con la desigualdad en la jubilación” y garantizar pensiones dignas para quienes trabajaron toda su vida. Fuente: Programa “Un Chile que Cumple” (2025) | Promete “mantener la capitalización individual” pero agregar un “pilar solidario estatal” (que ya existe). Sin embargo, mantiene el poder de las AFP privadas y no garantiza control público sobre los fondos. El riesgo es la continuidad del modelo que ha producido las pensiones más bajas del continente. Fuente: Bases Programáticas 2026, p. 47-49 | Reafirma la capitalización individual absoluta, eliminando toda forma de solidaridad. Rechaza cualquier reforma estructural. Su propuesta profundiza la desigualdad previsional y consolida el negocio privado sobre el derecho a una vejez digna. Fuente: T13.cl, 30/04/2025 |
Lectura desde la clase trabajadora
A simple vista, los tres programas mencionan “empleo digno” o “oportunidades”.
Pero mientras Jeannette Jara propone fortalecer la protección social y colectiva, tanto Matthei como Kast ponen el acento en la flexibilidad y la libertad del empleador, eufemismos que en Chile han significado más subcontrato, menos sindicatos y sueldos estancados.
El programa de Jara parte de una mirada de clase: reconoce al trabajador como sujeto de derechos, no como variable de costo.
El de Matthei, aunque más moderado, mantiene el modelo que originó la desigualdad, confiando en la autorregulación del mercado.
Y el de Kast va más allá, proponiendo desmantelar los pocos equilibrios laborales y previsionales conquistados en décadas de lucha sindical.
Mirar la historia para entender el presente
Cada vez que los empresarios han gobernado, los trabajadores han retrocedido. Lo llaman modernización, pero termina siendo precarización. Lo llaman libertad, pero es libertad para explotar sin límites.
Jeannette Jara representa otra mirada: la de quienes viven del trabajo y no del privilegio, la de quienes creen en un país que se construye desde abajo, con justicia y dignidad.
En estas elecciones, el voto no es neutro. Es un acto de conciencia.
Porque en un país donde pocos concentran la riqueza y la mayoría sostiene el peso del sistema, votar también es elegir de qué lado de la historia estar.
